(Por Carolina Papandrea para CN): Con el mundo volviendo al ruedo de a poco y a pesar de estar atravesando la peor etapa desde que el virus tocó suelo argentino, el Gobierno y los economistas empiezan a plantearse la pospandemia.
En esta semana que según los expertos parecería ser clave en cuanto a los contagios y al posible colapso del sistema de salud, mucho se está hablando del “después”.
Sin duda, si algo le faltaba a nuestro país era el Coronavirus, que obligó a frenar -al mismo tiempo- el transporte, el comercio y la producción, dejando daños irreparables a nivel económico y social y terminando de poner en “jaque” al pueblo argentino, que hace años viene arrastrando recesión y corrupción.
Como si todo esto fuese poco, desde el Banco Central anticiparon caída de un 12% de la economía en este 2020. Bingo!
Pese a los planes que resuenan desde Casa Rosada como un posible Marshall y las 18 cuotas, entre otros, y siempre bajo el objetivo de promover las exportaciones y atraer inversiones, resulta casi imposible de imaginar un escenario favorable teniendo en cuenta la situación del país -con el default y el riesgo de descontrol inflacionario tocando la puerta-.
Pero al parecer no sólo Argentina está inmersa en problemas: todo apunta a que América Latina se llevaría la peor parte después de la pandemia.
– México “espanta” a posibles inversores extranjeros.
– Brasil pelea “mano a mano” con Estados Unidos por el primer puesto a la peor gestión desde que se propagó el virus.
– Chile acentúa cada vez más la brecha social, dejando en evidencia que sus políticas están exterminando a la clase media.
Esperanzador… no?
-Párrafo aparte para el gobierno de Donald Trump que sigue en “pie de guerra” apuntando a China como el principal culpable y beneficiado de la pandemia.-
Aunque a nivel global no se espera volver a la “normalidad” sino hasta fines de 2021, me resulta difícil pensar en la inclusión favorable de estas regiones en el plan “reactivación”. Porque no es extraño imaginar que América del Norte, Europa y Asia empiecen a comercializar más “puertas adentro”.
Sin ahondar en ámbitos económicos y volviendo puntualmente al panorama argentino, creo que como sociedad arrastramos un problema de falta de autocrítica.
Se que quienes queremos ver crecer al país soñamos con ganar un “lugarcito” entre las principales políticas mundiales, y, por ejemplo, aprovechar la fuga de empresas Chinas, ofreciendo nuestras tierras para su reubicación… pero no podemos ser tan ingenuos de creer que eso pueda llegar a ocurrir hoy en día con éxito, si cada vez estamos peor como pueblo.
Y perdemos el tiempo elaborando teorías y pronósticos inalcanzables, tratando de “buscarle la vuelta” a lo equivocado, cuando la respuesta a casi -por no decir todos- nuestros problemas es siempre la misma: invertir en educación.
De verdad pretendemos prosperar si año tras año aumentan las tazas de inseguridad, crímenes y corrupción?
Y así vamos, esperando el milagro, pidiendo peras al olmo.