La marca de ropa para chicos que pensó, creó y la convirtió en empresaria del rubro textil se llama “Lucky Kids”. La traducción al castellano de ese título en inglés es una definición perfecta para su vida. Si se compara su tímido y modesto desembarco en Gran Hermano 2011, aquel que consagró a Cristian U como uno de los mejores jugadores de la historia, con su presente empalagosamente lujoso y feliz, Solange Abraham Gómez sí que es una chica afortunada.
“No sé si tengo límites. Soy vanidosa, me gusta la seducción y cuando quiero algo, como este premio, no me importa nada”: 22 palabras le alcanzaron a Sol para definirse a si misma la noche que entró a la casa más famosa del país. Llevaba el pelo negro bien suelto, el cuerpo delgado y una valijita donde cabían sus pertenencias y sus ilusiones.
9 años después, casada y madre de una hermosa nena, la morocha disfruta de su vida de nueva rica. Cada vez que sale de la Argentina en uno de los tantos viajes que hace por los cinco continentes podría llevar, si quisiera, 10 maletas desbordantes de cosas. Y otras tantas para sus deseos.
Solamente para tener una idea: su luna de miel se desarrolló una mitad en Dubai y otra en las Islas Maldivas, dos de los destinos más exóticos y costosos del mundo. Allí se fue a pasar tan solo una parte cortita de su vida de ensueño.
Pero claro, si existió luna de miel es porque, unas horas antes, hubo un casamiento. El 18 de abril de 2015, Solange contrajo enlace con Marcelo Da Corte, el hombre que ayudó a que su vida cambiara por completo y se transformara en una especie de cuento de hadas convertido en realidad.
Da Corte es 8 años mayor que ella. Hoy, Solange tiene 31. El, 39. Cuando se conocieron, el muchacho tuvo que insistir tres o cuatro veces para que ella aceptara salir a tomar algo y empezar a tratarse. Ir a vivir juntos les costó mucho menos: lo decidieron apenas se dieron cuenta que eran el uno para el otro, tres meses después de darse el primer beso en los asientos delanteros de un auto.
Solange y Da Corte cruzaron sus vidas cuando trabajaban, ambos, en el canal de música MTV. Ella en un programa, y él en la producción general de casi todos los ciclos. Hombre estrechamente vinculado con los medios de comunicación audiovisual, siempre dispuso de una situación económica muy holgada.
PURO PLACER
Lujosa y placentera. Esa es la mejor manera de describir la vida de Solange y de su esposo, quienes parecieron llegar un día a la conclusión de que no hay mañana y se dan, verdaderamente, todos los gustos que están a su alcance, que no son pocos ni tampoco escasos. Todo lo contrario.
Solange y Marcelo viven en Tortugas, uno de los barrios cerrados más exclusivos del país, allí donde todos los años, hace más de un siglo, se juega uno de los torneos que le dan vida a la triple corona del polo, el deporte cajetilla por excelencia. El extraordinario verdor de su césped brillante, recortado apenas por las fulgurantes mansiones que se levantan a cada paso, iluminan todas sus mañanas y acompañan cada una de sus noches.
No viven los dos solos. Hace tres años, Solange y Marcelo vivieron otro de los días más importantes de su vida cuando nació Delfina, el fruto de su amor. Desde ese mismo momento, la niña se convirtió en el solcito de Sol. Y en el faro que guía cada movimiento del padre, por supuesto.
La maternidad enfrentó a Sol con un gran desafío, del que salió recibida de madraza. Delfina llegó al mundo con intolerancia alérgica a las proteínas de la leche animal. Cuando dejó de amamantarla, Solange debió adecuar su alimentación a las necesidades de la nena. Se hizo vegana, para acompañarla en la ingesta de comida que no incluya carnes rojas ni blancas.
Su casa, está claro, también es a todo trapo. En las últimas horas trascendió el gimnasio que se mnadaron construir y es realmente espectacular. Allí podrían entrenar Messi, Cristiano Ronaldo, Usain Bolt, Federar, Nadal, el Canelo Alvarez o cualquiera de los deportistas de elite que hay en todo el mundo.
Algún día, el coronavirus dejará en paz a la humanidad. Solange y Marcelo lo saben, lo desean y lo planifican. Cuando la pesadilla acabe, volverán a subirse a un avión, como hicieron tantas veces, y allí saldrán a surcar cielos y a descubrir paisajes, nuevos o ya conocidos.
Solange no ganó Gran Hermano ni tampoco hizo una carrera descollante en los medios. Condujo algún programa con Gianola, y otro en Fox Sports, pero no mucho más. No va a firmar autógrafos en Corrientes y Florida. Pero qué le importa. Ella disfruta de su buena vida. De su fortuna, en todo sentido. De ser, efectivamente, la lucky kid que inspiró el nombre sus pilchas.
FUENTE; PAPARAZZI.