(Por Ciudad Noticias): Saavedra, cuna de ferroviarios, es el orgullo de cada habitante de esta localidad serrana, que resguarda un pasado cargado de historias forjadas entre andenes, silbidos, campanadas y sueños que partieron o llegaron a través del tren. Durante años, se soñó con transformar a Saavedra en un centro de referencia ferroviaria, aquel que durante décadas fue el sustento de centenares de familias. Hoy, sus descendientes son testigos del silencio que invade la estación, mientras las ruinas de los talleres (antiguo Galpón de Máquinas) se mantienen, acaso como vestigios resistentes al paso del tiempo.
Sin embargo, aún quedan unos pocos, los menos, que siguen evocando el olor a gasoil de las locomotoras y el aroma de los durmientes crepitando en las salamandras que mitigaban los inviernos implacables de Saavedra. Son aquellos que llevan grabado en la piel el amor por el ferrocarril. Julio González es uno de ellos: el «Pintor Guardián». Junto a su hijo, ha embellecido una de las viejas garitas que aún se yerguen con estoicismo, como si en cada amanecer esperaran, pacientemente, la partida de un tren.
En ese pequeño refugio, Julio pasó gran parte de su vida, subiendo y bajando las barreras del paso a nivel. Dentro de esas cuatro paredes se guardan infinitas historias, por lo que no resulta casual su gesto solidario y sensible. Destinar tiempo y esfuerzo a restaurar la garita solo puede hacerlo alguien que ha vivido con pasión el oficio ferroviario.
Julio será, para siempre, el «Pintor Guardián» de uno de los patrimonios más entrañables de Saavedra, aquel que resiste al olvido y sigue recordando los días de gloria de un tren que aún parece latir en el corazón de su gente.