Fuerte jugada de Cristina, que cuestiona los acuerdos y hace tambalear al Gobierno

La decisión de los funcionarios que responden a la vicepresidenta obligan al Presidente a replantear su negativa a aceptar dimisiones. Un delicado equilibrio en el Frente de Todos que se pone en cuestión. Versiones, rumores y una apuesta arriesgada que tensiona la institucionalidad del Ejecutivo.

La derrota electoral del oficialismo en las PASO del domingo no iba a salirle gratis al Gobierno que encabeza Alberto Fernández, un presidente cuya imagen personal sufre la misma caída –o mayor aún- que los votos del Frente de Todos a menos de dos años de gestión.

La alocución del Presidente el domingo por la noche fue en el sentido de la escucha, de interpretar el mensaje de las urnas, para cambiar lo que no funciona.

Sin embargo, las modificaciones con que sueña el cristinismo, y la propia Cristina Fernández, no parecieron ir por el mismo camino que lo evaluado por el primer mandatario. El kirchnerismo presionó con hacer saltar algún fusible (léase ministros); Alberto dijo que por ahora no estaba en los planes un cambio de figuritas.

A 48 horas de ese pedido no satisfecho por el albertismo (algunos preguntan si nace hoy un bloque “albertista” para ser escuderos del Presidente), Cristina hizo otra gran jugada: mandó a presentar sus dimisiones a sus hombres y mujeres más cercanos, para obligar al resto a imitar el gesto.

La idea es: todos renuncian, barajamos y damos de vuelta. Una apuesta fuerte y que pone al Gobierno al borde de una crisis institucional, no solo de capacidad de manejar le situación.
«Estas renuncias son un problema, porque estamos en crisis. Quizá la intención es la mejor, pero no ayuda. Toda la gente se pregunta qué pasa, en el extranjero también», aseguró esta tarde Fernando “Chino” Navarro, funcionario del área social cercano al Presidente.

Es que el deseo de renovar y dotar de más profundidad y peso específico al gabinete, expresado por Cristina y el propio Máximo Kirchner, entre otros, es observado por algunos como un peligroso juego que pone en jaque la estabilidad del Gobierno.

En el tablero ajedrecístico aparece la puja por ocupar espacios, una práctica que amenaza con romper el delicado equilibrio logrado en 2019, en el que conviven kirchneristas, albertistas, movimientos sociales, massistas y representantes de espacios menores como los radicales de Moreau y Leandro Santoro.

Varios ministros, además de funcionarios de menor rango, le dijeron al Presidente que aceptaban ser las cabezas de turco en la necesaria decisión de airear el Ejecutivo. Aunque el primer mandatario quiso aplicar aquella regla no escrita del fútbol y que señala que “no se manda en cana al que juega mal a pocas horas de la derrota”.

El mismo domingo, tras el fracaso electoral, varios de sus colaboradores renunciaron verbalmente, como Ferraresi o Carla Vizzotti. Aunque fue «de palabra» y no de manera indeclinable.

Rumores sobran, nombres de futuros ocupantes de los ministerios no faltan (que Sergio Massa en lugar de Cafiero, que Insaurralde ministro del Interior, que fulano en lugar de mengano), mientras la ciudadanía espera por los anuncios económicos que hagan menos difícil este momento económico luego de año y medio largo de pandemia.

FUENTE: LA TECLA