Álex Pina y Esther Martínez Lobato lo han vuelto a hacer. De la mano de Netflix, han convertido el estreno de su nueva ficción en un evento a todo neón con una campaña de promoción de la que no podamos apartar la vista. Entre carne, músculo, sangre, humor, lascivia y las habituales dosis de fantasía y exageración emocional de los creadores de La Casa de Papel, asistimos al estreno online de Sky Rojo, la nueva serie de Netflix.
En una Tenerife de colores pastel en contraste con las llamativas luces de neón que alimentan de color la fotografía, nos encontramos con la primera temporada de una serie que quiere — y espera — convertirse en un fenómeno. Sky Rojo es un thriller con tintes de comedia negra y acción visceral que dan forma a una gran hipérbole emocional: la de Lali Espósito (Acusada, Floricienta), Verónica Sánchez (El embarcadero) y Yany Prado (La Reina Soy Yo), el trío protagonista femenino; y de Miguel Ángel Silvestre (Sense8), Enric Auquer (Quien a hierro mata) y Asier Etxeandia (Dolor y gloria), el lado opuesto de tríada. El bien y el mal representados con espíritu naif, pero rematados con aspiraciones que recuerdan a la hipervisibilidad y gratuidad de la violencia tarantiniana.
El estreno de Netflix nos cuenta la historia de Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yany Prado) en su afán por alcanzar la libertad. Secuestradas, maltratadas y engañadas por Romeo (Asier Etxeandia), un proxeneta con una verborrea insoportable que apenas alcanza para superar su ego, convertirán la primera temporada de Sky Rojo en un tira y afloja entre huidas y encontronazos con Moisés (Miguel Ángel Silvestre) y Christian (Enric Auquer), los matones y socios del Club Las Novias.
Imágenes oficiales de Sky Rojo, la nueva serie de Netflix del creador de La casa de papel
De primeras sorprende su duración: apenas 25 minutos por cada uno de sus ocho capítulos que coquetean con el formato sitcom. Con todos sus pros, pero también sus contras. Tenemos una serie que se digiere sola, con un ritmo frenético en el que la duración la favorece a rabiar. Pero esa limitación, sumada al desarrollo narrativo de la primera temporada, nos dejan con un sabor relativamente amargo en tanto en cuanto transmite cierta sensación de bucle. Son sus personajes los que combaten esa estanqueidad en la trama principal con la evolución de sus respectivos arcos.
Tendremos que disfrutar de ese frenetismo desaforado en el que sus creadores hacen gala de las fórmulas que los catapultaron al éxito mundial: los flashbacks guiados por la voz en off explicativa de sus protagonistas, incidiendo en reflexiones morales y sociales ansiosos de trazar lazos con el espectador. En La Casa de Papel lo convirtieron en santo y seña, y esta no iba a ser menos con un tema principal tan delicado.
Bajo esa estructura seguiremos los pasos de la persecución entre villanos y heroínas. El Coyote y el Correcaminos, que dirían sus protagonistas.
En ese sentido, muchos encontrarán en la serie original de Netflix un baile al filo de la navaja. Entre la banalización y la crítica, ambas con matices que podrían levantar suspicacias en ciertos espectadores.
Mientras que no parece demostrar que sea esa su preocupación, sino los cimientos sobre los que construir el guion de la serie, Sky Rojo consigue transmitir una repugnante realidad que sigue llegando maquillada, inevitable para cualquier ficción, en la que arroja ciertas verdades que deberían ser obvias para todos. Obvias, sí, y demagógicas por una asimilación que en 2021 no debería tener cabida.
Con un historial en el desarrollo de personajes carismáticos para el gran público como el de Álex Pina y Ester Martínez Lobato, no podíamos no esperar que fuesen ellos quienes se llevaran todo el peso de la serie, tanto interno como externo.
Los dos tríos protagonistas forman un casting que le va como anillo al dedo, con un grupo de mujeres que procuran que la sororidad no se quede en el papel y uno de hombres que tratan de evitar la estigmatización y la banalización de la violencia. Con más acierto en lo primero que en lo segundo, y esta ronda no la pagan ellos, el elenco artístico tiene todas las papeletas para que las hordas de fans los conviertan en sus nuevos fetiches, especialmente en el caso de la visceral Wendy de Lali Espósito, la estoica Coral de Verónica Sánchez y la inocente Gina de Yany Prado.