Carhué vivió este fin de semana uno de esos momentos que quedará grabado en la historia grande de la ciudad y del distrito de Adolfo Alsina: gracias a la solidaridad de cientos de vecinos -desde aquel que aportó 800 mil pesos hasta el que ofreció gratis sus servicios de albañilería- se inauguró la ampliación del Hospital Municipal General San Martín.
“900 metros cuadrados en 30 días de trabajo contrarreloj. Fue algo tremendo”, dijo a La Nueva. el intendente Javier Andres, quien confesó que el apoyo que recibió la obra “superó todo lo que uno podía imaginar en la previa”.
La ampliación del hospital fue una de las obras más ambiciosas encaradas por el exintendente y actual senador bonaerense David Hirtz. Había tenido un inicio a toda máquina en 2017, y luego quedó atrapada en los problemas presupuestarios de la Provincia y la Nación.
Cuando Andres asumió, en diciembre del año pasado, los trabajos estaban detenidos y el avance de obra rondaba el 63%. “Obviamente, la idea era reanudar las gestiones para continuar, pero en condiciones normales. El Coronavirus cambió todo”, confió el jefe comunal.
Días antes de que se declarara la cuarentena total Andres había recibido un informe del área de Salud que indicaba que terminar esa obra era vital para poder responder a la demanda de atención cuando llegara el pico de contagios. El presupuesto era de 15,5 millones de pesos, de los cuales la Provincia podía aportar 5,3 millones y, el municipio, 1,2 millones. Es decir, faltaban 9 millones de pesos.
“Decidimos entonces que era el momento justo de lanzar una campaña solidaria entre los vecinos”, contó Andres.
Fue el 23 de marzo y tuvo una respuesta que pocos sospechaban: a la asociación cooperadora del hospital llegaron donaciones por hasta 800 mil pesos desde todas las localidades del distrito, para terminar reuniendo una cifra que hoy ronda los 7,4 millones de pesos, entre dinero y materiales.
“Eso de por sí nos sorprendió a todos, pero lo que vino después fue emocionante: 150 trabajadores, entre albañiles, pintores, durleros, electricistas y demás, se anotaron para terminar la obra sin cobrar un centavo”, relató Andres.
“Que se entienda bien -agregó-. Los aportes económicos fueron clave, pero acá hablamos de gente que no podía salir a hacer ni una changa para llevar dinero a su casa, e igual se ofreció a trabajar gratis. Eso nos conmovió a todos”.
De la lista inicial de anotados se preseleccionó a 30, aunque 15 terminaron haciendo el trabajo más intenso.
“Todos aportaron muchas más que 8 horas diarias de trabajo sin pedir nada a cambio -enfatizó-. Y el nivel de compromiso fue enorme. A veces ibas a las 23 a la obra y te encontrabas con que había electricistas tirando cables”.
La obra no se detenía, a veces, hasta altas horas de la noche.
“Cuando arrancamos nos habíamos puesto como objetivo terminar sólo un sector y teníamos casi la certeza de que en 30 días no íbamos a llegar. ¿Y sabe qué pasó? Terminamos toda la obra, en tiempo récord y con una calidad excelente. Hasta colocamos un grupo electrógeno nuevo”.
En el lugar ya se instalaron dos camas con respiradores que están reservadas para pacientes que se contagien de COVID-19, si es que eso ocurre en el distrito.
Cristian Corrente, uno de los albañiles que trabajó en la obra sin pedir un centavo.
«La vida es así: te devuelve lo que uno da»
Cristian Corrente es albañil, tiene 38 años y jamás soñó con figurar en una placa conmemorativa en la puerta del hospital central de Adolfo Alsina. Sin embargo, desde este fin de semana allí está su nombre, como también el de otros obreros que no dudaron en sumar su grano de arena cuando la comunidad le pidió su ayuda.
“El día que sacaron la campaña para juntar fondos me enteré de la noticia a los 20 minutos, pero no tenía un peso. Entonces les escribí por redes sociales que lo único que podía donarles era la mano de obra… y en unos días me llamaron”, contó a La Nueva.
Justo había comenzado la cuarentena obligatoria y Cristian no podía seguir trabajando en obras particulares. Sin embargo, en lugar de descansar o quedarse en su casa, eligió seguir. Eso sí, sin cobrar un peso.
“¿Sabés por qué? Porque la vida es así. Yo creo que te devuelve lo que uno da. No me creo más que nadie, pero soy un agradecido porque siempre tuve trabajo, soy independiente y he podido generar y dar trabajo. Entonces me dije que era una buena oportunidad de seguir haciendo girar la rueda, y de darle algo de mí a nuestro hospital”, contó.
Cristian contó que en los primeros días trabajaban “de 7 a 19”.
“Para no ‘chocar’ en la obra, los electricistas o los durleros a veces iban en otros horarios”, reveló.
En su casa -confió- fue difícil explicar lo que estaba haciendo, pero finalmente todos entendieron.
“De entrada les dije que sabía los riesgos, pero que quería ayudar. Al principio no les simpatizó mucho (la idea), pero después entendieron y me apoyaron en todo momento”, indicó.
La inauguración del nuevo sector del hospital, dijo, lo llenó de “orgullo y emoción”.
“Me invitaron y estaba muy nervioso. Fue una mezcla de sensaciones. Me emocioné por mí, por mi familia, mis compañeros cuando vi mi nombre en la placa. Es algo que no se paga por nada. Estas son cosas que le hacen bien a uno”, confesó.
Hernán Peluffo tiene 32 años y se dedica a la construcción en seco. Él fue otro de los que trabajó intensamente en la obra del hospital en los últimos 30 días. “Fui uno de los ‘durleros’ de la obra. Hice toda la parte del cielorraso suspendido”, se presentó a La Nueva.
Su caso fue similar al de Cristian: se enteró por redes sociales que la comuna necesitaba voluntarios y no dudó en anotarse.
“En ese momento estaba parado y sentí que tenía que ofrecerme. Yo tengo a mis padres, que son personas de riesgo, y también a mi hermana, mi sobrina, amigos… y esta enfermedad le puede tocar a cualquiera. Sentí que había que hacer todo lo posible para terminar el hospital”, refirió.
En la obra llegó a estar más de 12 horas seguidas trabajando. A veces el cansancio era mucho, pero el cariño de los vecinos los empujaba a seguir.
“Un grupo de mujeres se organizó para traernos una torta todos los días -contó-. O preguntaban cuántos éramos, y desde los negocios nos traían la vianda. Hasta los carniceros se pusieron de acuerdo para traernos carne, pollos. Fue algo muy lindo lo que vivimos como comunidad”.
En las redes sociales -agregó- las palabras de aliento se multiplicaban día tras día.
“Nos mandaban mensajes de texto, nos alentaban. Te daban ganas de quedarte a vivir en la obra. En un principio la municipalidad quería armar tres cuadrillas, pero al final se quedaron con la primera. Le metíamos tantas ganas que no hubo que turnarnos”, confesó.
Hernán fue el sábado al hospital, pero sólo a limpiar. No se quedó a la inauguración para evitar las aglomeraciones de personas.
“Igual me emocioné mucho. Esto va a quedar como una anécdota grande del pueblo: una obra que no se terminó en dos años, los vecinos la pudimos resolver en un mes”, reflexionó.
“Nos llena de orgullo vivir en esta comunidad”
La obra, una vez que pase la pandemia, recuperará su rol original. En esos 900 metros cuadrados con acceso directo para ambulancias funcionarán una sala de espera general, un shock-room, sala de observación y hospital de día, 3 consultorios, un vacunatorio, un sector con consultorio oncológico, sala de hemoterapia, laboratorio, un sector de administración, oficina de enfermería, una sala para médicos y cocina, entre otras dependencias.
“Cada centavo que se invirtió allí fue recibido por la Asociación Cooperadora, ya que el municipio no puede recibir donaciones”, detalló el intendente Andres.
Susana Ricardez, titular de la entidad, confirmó que el detalle de los gastos se puede consultar en la página web oficial de la comuna, así como las donaciones -anónimas- recibidas.
“La solidaridad demostrada por la gente, en estos más de 30 días, es muy loable. Nos llena de orgulo vivir en esta comunidad. Es algo maravilloso lo que han hecho para terminar la obra”, remarcó la colaboradora, quien no pudo ocultar su emoción por ver la obra terminada.
“Solo podemos decir gracias a todos los colaboradores, así como a los que pusieron dinero o quienes trabajaron incansablemente para terminar el hospital”, agregó.
El director del hospital carhuense, Marcelo Lanzilotta, reconoció que la habilitación del área terminada gracias a la solidaridad de la gente le produjo mucha emoción.
“Estoy orgulloso y quiero agradecer a un montón de personas, además de la asociación cooperadora. Es para remarcar la solidaridad del distrito de Adolfo Alsina. Ojalá que estas dependencias no tengamos que usarlas, pero es bueno saber que ya están a disposición de la gente”, explicó.
Un párrafo aparte mereció la labor de decenas de carhuenses, que pusieron sus manos para concluir la obra.
“Hay que destacar y agradecer la labor de ese voluntariado. La verdad es que emocionaba ver cómo trabajaban”, sostuvo.
FUENTE: LA NUEVA